Hace 25 años se estrenó una película criticada profundamente, pero que se transformó en una cinta de culto, con personajes bien armados, una historia violenta y fuerte… para sus tiempos.
Se trata nada más y nada menos que de “Scarface”, un remake de los años 30 dirigida por Brian de Palma y protagonizada por Al Pacino como el autodenominado refugiado político Tony Montana, uno de los “marielitos” que llegó a Miami. Esta denominación se le dio a más de 100 mil cubanos que emigraron del puerto de Mariel hacia Florida, tanto civiles como criminales.
Durante el camino, “caracortada” se transforma en un matón de un narcotraficante (nada nuevo, ya que estuvo preso en su país) hasta quitarle su negocio y a Elvira, su novia, interpretado por Michelle Pfieffer. Con el tiempo, se muestra a Tony como un personaje ambicioso, incapaz de recibir órdenes de quien sea, “extrañamente celoso” de su hermana Gina y con una seria adicción a la cocaína, su propio producto que lo lleva a la destrucción.
Su filosofía de vida se ha vuelto una inspiración para muchos cantantes de hip hop en Estados Unidos, mientras que en la memoria colectiva se recuerdan escenas como la de la motosierra en un hotel de Ocean Beach y el millar de veces en que Montana diciendo “fuck”, ya que aprendió el idioma viendo películas de acción.
Ideal para todos los que disfrutan de la cultura de los 80’, tan de moda en nuestro país. En definitiva, Scarface quintuplicó su presupuesto inicial y hasta lanzó un videojuego hace unos años, en el que se cambia el final de la película y se comienza todo desde cero.